La principal función de la pintura mural fue adornar los edificios con temas rituales, cotidianos y representaciones del entorno natural.

Se pintaron a las deidades y a los sacerdotes, convirtiéndose estas representaciones en los primeros testimonios visuales de la sociedad y sus manifestaciones simbólicas mágicas y religiosas.

Se acostumbraba repintar las fachadas con vivos colores relacionados con los puntos cardinales y las deidades asociadas a éstos.

También el interior se pintó, retocándose los murales ya existentes o sustituyéndose con nuevos diseños y temas, tal vez conmemorativos del periodo de 20 años conocido entre los mayas como "Katún"