En agosto de 1980 durante las obras de nivelación y cambio de piso de la iglesia de Santa Elena, en el estado de Yucatán, fueron localizados 12 pequeños ataúdes, noticia que causó expectación en la población. El hallazgo salió publicado en un periódico local con el título: “Los Enanos de Santa Elena”.

Este hecho fue reportado al Centro Regional del Sureste del INAH, efectuándose un reconocimiento en el sitio del hallazgo. Los investigadores que intervinieron en el rescate de los restos fueron los Arqueólogos Peter J. Schmidt, Norberto González y la antropóloga Física Lourdes Márquez Morfín. Como dato primario se concluyó que los restos correspondían a cadáveres infantiles que por alguna razón no habían sufrido el proceso de descomposición de algunas partes blandas del cuerpo preservándose en estado de momificación.

De los 12 ataúdes, 3 habían sido trasladados al departamento forense de la Policía de la Ciudad de Mérida; de los 9 restantes solo fue posible obtener 4, los 5 restantes que habían quedado en el bautisterio se enterraron nuevamente bajo el piso del mosaico frente a uno de los basamentos laterales. Desgraciadamente los ataúdes fueron quemados sin que se pudiera registrar algún dato sobre ellos. Los 4 restantes con sus respectivos ataúdes fueron sujetos a conservación e investigación por el departamento de Restauración del Centro INAH Yucatán; empacadas al vacío.