A escasos 6 kilómetros de distancia de Chichén Itzá se encuentran las grutas de Balankanché, lugar famoso por sus usos ceremoniales, pues hay datos que registran su ocupación durante el periodo maya-tolteca y todo parece indicar que en el interior de estas grutas era donde se celebraban las ceremonias religiosas de sus habitantes.

Lo primero que verá al entrar será el trono de Balam donde aparentemente se realizaban los principales rituales en honor a dicho personaje; al avanzar un poco más se encontrará con una lago semi seco donde observará algunas pequeñas vasijas, muestra de las ofrendas que aquí se realizaban.

Mientras camina por toda la gruta podrá notar diferentes objetos como incensarios, platos, algunas joyas incluso, cerámica, unas cuantas figuras del dios Chaac también se encuentran aquí, además de impresionantes manos plasmadas en las paredes, entre otras cosas.

En algún momento del recorrido, llegará a un sitio muy llamativo, pues se trata de una estalactita que toca el suelo semejando un gran árbol de ceiba, aquí también se realizaban ritos de culto, a sus plantas se observan algunos de los objetos que los fieles depositaban como ofrendas.

Para completar el aprendizaje histórico que este lugar aporta, le ofrece un espectáculo de luz y sonido en el que se relata su historia, además puede también visitar el museo que se encuentra a un costado de estas grutas, ahí observará aún más objetos y algunas placas con sus descripciones que le contextualizarán en la historia.

Los horarios de visita son de lunes a domingo de 9:00 am a 4:00 pm, con una admisión general de 105 pesos a extranjeros y 78 pesos a nacionales.